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MARICÓN

Carmelo Gabaldón fue inicialmente censurado por la Universitat Politècnica de València con su intervención #SOYMARICÓN, ello subrayó la urgencia de activar muchas más propuestas que incluyesen el término como empoderamiento y grito de guerra. Al final, la Universidad rectificó ante la presión mediática, quizá comprendiendo lo que Gabaldón proponía: Apropiarse de este insulto para arrebatarle su capacidad hiriente y neutralizarlo, ya que la palabra GAY ha dejado de representar a un colectivo agraviado por la homonorma.

En este sentido, cuando se me invita a realizar una intervención en Cocentaina con motivo de la celebración del orgullo de la localidad, decido seguir la línea de Carmelo y visibilizar este término. Esta es una de las primeras piezas que realizo donde dejo clara mi condición sexual: #SOYMARICÓN. Para ello construyo la palabra ‘maricón’ en mayúsculas escribiendo en su interior distintas tribus gays: twinks, nutrias, osos, pups, leathers, daddies, cachorros, locas, bakalas, lobos, chasers y un largo etcétera. En la búsqueda para completar este listado descubro que existe una web en la que introduciendo aspectos físicos un algoritmo ‘ayuda’ a ubicar a los usuarios gays dentro de una de estas ‘familias’. Me pregunto cuáles son los criterios de clasificación y si éstos son necesarios. Tal vez responden a una desvirtuación machista ahora que entre nosotros la plumofobia es cada vez más feroz y los hombres se hipermusculan en busca de otros hombres igual de musculados, igual de ‘masculinos’, igual de ‘discretos’ (como si todos ellos fuesen sinónimos).

MARICÓN se inserta en la fachada del Centre Cultural El Teular para ser leído al derecho, mientras las tribus que conforman cada una de las letras están escritas al revés, enunciando de esta manera un divorcio de sentidos, afectos y representatividades.

MARICÓN. 2017. Instalación en Centre Cultural El Teular. Cocentaina. Alicante. Rotulador amarillo y rosa sobre cristal. Medidas variables.

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Narciso

En el 5º Encuentro Cuerpo a Cuerpo que se celebra en el Centro de Arte La Regenta reflexiono en torno a la idea de exhibirse, dentro de una sala institucional, como una pieza artística que emplea el cuerpo como medio. Para ello tomo como referencia trabajos performáticos asimilados por el sistema del arte: la Base mágica. Escultura viviente o las Esculturas vivientes firmadas de Piero Manzoni; Family Tree, de Zhang Huan; Untitled (Go-Go Dancing Platform), de Felix Gonzalez-Torres; o Shiva, de Ana Laura Aláez. Propuestas de distinto carácter donde el cuerpo deviene escultura a través del uso de la peana, la escritura o el espejo.

Narciso es una performance de tres horas donde me (auto)exhibo al completo. Me desnudo, y al hacerlo pongo el culo. Primero me quito la ropa, luego la barba, el pelo (con la ayuda del comisario, Pedro Déniz), las cejas. Toda la superficie de mi piel se convierte en un lienzo donde poder escribir la palabra “yo”. Un ejercicio de auto-reconocimento que, si bien sirve para comprender y analizar los límites del cuerpo, también pone en juego el narcisismo que supone en mucho arte de acción hablar desde la experiencia en primera persona, donde se pone el acento en lo que el performer ensaya y siente en una búsqueda hacia lo intangible.

En la acción, me sitúo sobre una peana cilíndrica que tiene una superficie reflectante donde mi imagen reverbera a mis pies. En torno a la peana se disponen de modo organizado, como segunderos de un reloj, varios rotuladores que responden a tres grosores distintos. En una peana cúbica cercana se sitúan un espejo circular y un reloj. Este reloj suena cada 40 minutos para señalarme que he de cambiar de rotulador a uno de punta más ancha. Al empezar, escribo con un marcador muy fino, que viaja desde la superficie de mi dedo anular de la mano izquierda al dedo meñique del pie derecho. Como el proceso de escritura es lento, voy adoptando posturas prácticamente estáticas, lo que me convierte en una escultura que se dibuja a sí misma.

Con el tiempo, cambio de grosor y consigo abarcar más espacio corporal, cada vez más rápido. En la fase final, el comisario invita al público, sin más indicaciones, a que siga mi escritura por aquellas partes del cuerpo a las que no accedo: nalgas, brazo derecho, espalda, cráneo, cara. Y lo hacen, continuando la textura visual de un texto que no reconocen.

narciso. 2019 Performance. 5º Encuentro Cuerpo a Cuerpo. Centro de Arte La Regenta. Las Palmas de Gran Canaria. 3h.

Colabora: Pedro Déniz.

Fotos: Yon Bengoechea y Javier Artime.

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J’en ai un de pas assez

En mi formación académica me especialicé en pintura. Durante una década exploré la fisicidad del óleo y sus posibilidades, indagando en conceptos como el ensimismamiento, la extrañeza y la abstracción. Mis cuadros consistían en escenas domésticas, figurativas y naturalistas. Paulatinamente dejé el medio para investigar otros lenguajes como la instalación, el arte de acción, el vídeo. Aunque el concepto de lo pictórico siempre ha estado presente en mi producción, con esta acción vuelvo a la materialidad de la pintura, para abordarla desde el silencio y el no hacer. Me sirvo de la figura de Bartleby, el escribiente (cuento de Herman Melville publicado en 1853) para operar como si todo estuviese dicho, como si todo el lenguaje se hubiese agotado de una vez, y así subrayar las tensiones y el vacío que se produjeron en mi dejar de pintar.

La particular estructura de la fórmula de Bartleby, “I would prefer not to”, y su secreta agramaticalidad, desconecta las palabras y las cosas, así como las palabras y las acciones, o las palabras y los actos del habla. Para explicarlo, Gilles Deleuze se sirve de una frase en francés, “J’en ai un de pas assez”, literalmente “tengo uno de no bastante”, que bien podría traducirse como “me falta uno de más” o “me sobra uno de menos”. Con ella, doy título a una acción que abarca la elipsis, la interrupción y la potencia del no.

Con el suelo completamente cubierto de plástico, el espectador se encuentra una amplia diversidad de herramientas entre dos cubos blancos: pinceles, brochas y rodillos están meticulosamente colocados en línea, ordenados por tamaño. Vestido de negro y descalzo, destapo los cubos y cojo un primer pincel, el más pequeño, para mojar la punta y escribir en la pared blanca, con pintura blanca, la palabra “NADA”, algo imperceptible en el primer momento. Repito la operación cinco veces y paso al siguiente pincel, hundiéndolo un poco más en cada ocasión, hasta empapar por completo los utensilios y mis brazos. De la pared frontal paso a las otras dos paredes de la galería, obligando al público a desplazarse y salir fuera si no desea ser manchado. Es mi modo de jugar con la audiencia y el espacio, la fachada de The Blink Project es una gran cristalera, así activo lo que la sala tiene de escaparate.

Según avanza la performance, la intensidad aumenta, así como las dimensiones de las letras. Chorreo cada vez más pintura y el suelo comienza a llenarse de un azaroso dripping níveo. Los pasos son progresivamente más difíciles, también el sujetar los rodillos. Pintar se convierte en una actividad de esfuerzo físico. Cuando concluyo con todas las herramientas, sumerjo la cabeza en los cubos, para convertirme en una brocha humana y seguir con el ejercicio. Tres veces introduzco el cráneo, cada vez más hondo, hasta quedarme totalmente a ciegas.

Cómo hacer de nada algo. Cómo volver a la pintura desde la negación. Ya decía Leonardo Da Vinci, “la pittura è cosa mentale”, y aunque ya no trabajo con el medio, sigo dándole vueltas al amplio espectro de lo pictórico.

J’en ai un de pas assez. 5 de febrero de 2020 Performance. The Blink Project. Valencia. 1h 30’.

Fotos: Manuel López.

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referentes invertidos

Referentes invertidos es una intervención site specific realizada en las cristaleras de la de la Biblioteca Central de la Universitat Politècnica de València. Inscribo en grandes dimensiones los apellidos de tres escritores que, en habla española, catalana e inglesa, han reivindicado activamente su condición de hombres gays, visibilizando y estableciendo otros imaginarios sobre las relaciones afectivas, amorosas y sexuales.

Cada uno de los apellidos -Burroughs, Moix y Lemebel-  se construye con los títulos de las obras literarias que sus autores han dejado como legado. Se escriben con un color secundario y al revés, de este modo se alude al insulto “invertido” para reclamar la procedencia de unos escritores que han creado desde el margen, perteneciendo a una minoría, y así poner en valor su producción literaria, su importancia histórica y sus aportaciones al mundo de las letras.

Referentes invertidos. 2018. Intervención permanente en la Biblioteca Central de la Universitat Politècnica de València. Rotulador naranja, verde y violeta sobre cristal. Medidas variables.

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Incoloro. Acto III. Aliento

Si las dos acciones anteriores abordan la desaparición desde la consustanciación (acto I) y el duelo (acto II), en el tercer acto prescindo de mi cuerpo en la sala para que sólo tenga presencia mi voz. La puerta de la galería permanece abierta. En el interior, un altavoz reproduce las palabras que voy leyendo en la parte trasera de la sala, escondido de cualquier mirada. Del texto, Blue (1993), voy eliminando las letras del abecedario, una a una. Primero la J, luego la R. La A, la M, la G… Pronto la lectura se convierte en una cacofonía de letras sueltas, hasta llegar a un prolongado silencio con apenas unas Z’s. Esta pérdida de sentido y significado señala aquellas voces que ya no volveremos a escuchar.

Incoloro. Acto III. Aliento. 11 de mayo de 2021. Performance. The Blink Project, Valencia. 1h.

Incoloro. 2021 Libro. PVC, vinilo transparente, impresión sobre papel vegetal y nylon. 20,6x14x0,6cm. 27 páginas.

Fotos: Manuel López.

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Incoloro. Acto II. Lágrimas

En el segundo acto, con tres horas de duración, la persiana se presenta apenas 60cm levantada. Con ello creo un espacio de intimidad en la galería. Esta condición obliga al espectador a agacharse, incluso a sentarse en la acera, para observar lo que ocurre en el interior. Mi propósito es llenar un vaso de lágrimas para luego escribir con estas el nombre de un fantasma concebido por Jarman: Miratravés. “El fantasma, un tal señor Miratravés / viene a mí de algún pasado distante / en puntas de pie sobre los caballos del mar / y a la deriva por el largo corredor” (en Croma, 1994, p. 242). Para la puesta en escena me valgo del imaginario de The Angelic Conversation (1985), un film poético que crea imágenes homoeróticas para los sonetos de William Shakespeare. Un traje negro, una vela, un vaso, una caja de pañuelos y un mirar a través del dolor para hallar la emoción necesaria que permita emerger la expresión traslúcida del lamento.

La acción la afronto como una improvisación en la que no sé cuál va a ser el resultado. Si en un principio produzco lágrimas con cierta facilidad, el gesto anómalo de tratar que estas caigan dentro del vaso me saca continuamente de un estado de recogimiento, por ello busco constantemente un lugar donde esconderme, recorriendo las paredes para hallar ese lugar en mi interior. La angustia aparece, se traduce en grito y brota como llanto desconsolado, ya sin fuerzas, ni ganas, para que todas esas lágrimas derramadas caigan donde me propuse.

Cuando pasa el tiempo, me recompongo y trato de recuperar el ejercicio. En vano. Me he vaciado. Las pocas lágrimas que han caído en el interior del vaso se han secado, al igual que en mi rostro. No es posible invocar al señor Miratravés. Abandono.

Incoloro. Acto II. Lágrimas. 7 de mayo de 2021. Performance. The Blink Project, Valencia. 3h.

Fotos: Manuel López.

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Incoloro

Organizado en tres momentos, Incoloro toma el concepto de transparencia como metáfora de la ausencia. En este sentido, puede hacer referencia a la naturaleza de un objeto apenas perceptible, pero también al vacío que deja aquello que antes ocupaba un lugar en el mundo físico y de pronto desaparece. Este desvanecimiento desplaza objetos y personas para luego moverse en el terreno de los recuerdos, como un elemento denso e invisible, pero siempre presente. Relaciono esta pérdida de vista con la figura del cineasta Derek Jarman (Londres, 1942-1994), quien, cuando se queda parcialmente ciego, debido a complicaciones relacionadas con el sida, filma Blue (1993), una película que prescinde completamente de la imagen, reduciendo su pantalla a una señal constante de azul saturado. Es esta una pantalla ciega que reflexiona, mediante distintas voces, en torno a la enfermedad, los sueños y la muerte.

En mi trabajo, la imagen es tan importante como el texto, debido a eso recurro a Croma, ensayo que Jarman escribe en 1994, realizando un estudio sobre los colores y terminando, precisamente, con un capítulo dedicado a la transparencia. En la publicación en castellano editada por Caja Negra, Hugo Salas escribe sobre el director: «sus películas son lienzos desplegados en el tiempo». Ahora me apropio de algunos elementos icónicos de sus films y textos para, mediante tres materiales transparentes (el cristal, el agua y el aire), diseñar tres acciones que buscan un tiempo propio, el tiempo de lo que desaparece y ya no vuelve como cuerpo.

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