Durante dos años recolecto los residuos que resultan de mi actividad pictórica. Con la minuciosidad del entomólogo, capturo los restos y los guardo en tarros de cristal. Óleo, acrílico, plástico, serrín, arenas, telas, grapas, tapas de botes de pintura, virutas de goma de borrar, afilado de crayones. Guardo trapos manchados, pinceles, espátulas y paletas. Todo sirve, todo se rescata.