La peana se impregna del contenido y del color de la instalación que hay justo enfrente, entre líneas, que incluye una proyección. Dos papeles caen, uno blanco, el otro negro, intervenidos con una misma frase. Una red nos invita a enredarnos en la dificultad que implica tratar de descifrarla. Y un espejo presenta un texto en plateado, aludiendo a su propia superficie, para mostrarnos una visión fragmentada de lo que refleja.